Y sin querer queriendo,
agradar, ¿o será encajar?,
lo pienso y repienso,
en
una sociedad que nos manipula a nuestro pesar.
Menos mal que las ovejas negras y violetas no se dejan,
y luchan por la igualdad.
Tacones,
maquillaje, vestidos, y más aliños,
los elijo yo.
Aunque
sienta la presión por omisión.
Como la maternidad, que por inercia,
se convierte en una obligación.
Dejadme en paz.
Yo decido que sentido dar a mi identidad,
o en quien volcar mi afectividad.
Con dolor, mis antecesoras han trazado senderos,
y ahora con orgullo nos señalan el camino.
Y entre tal y cual, por allí y por allá,
por
fin se visibiliza la igualdad.
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